POLÍTICA INTERNACIONAL DE DROGAS CON PERSPECTIVA
Políticas de drogas centradas en el desarrollo sostenible y orientadas a la salud y a los derechos humanos – por ello aboga el GPDPD por encargo del Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo (BMZ) de Alemania y bajo el auspicio del Comisionado del Gobierno Federal para Asuntos de Adicción y Drogas, en el marco de un diálogo internacional y en cooperación con países y organizaciones asociados.
El debate sobre las cuestiones de política de drogas es más actual y urgente que nunca, pues la evolución de los últimos años es unívoca: el cultivo, la producción y el consumo de drogas ilícitas siguen aumentando. El cultivo ilegal de coca y amapola ha alcanzado máximos históricos en los últimos años. Nunca antes se había incautado tanta cocaína en Alemania y Europa hasta hoy. El número de fallecimientos anuales por consumo de drogas está aumentando masivamente en muchos países, más recientemente en Alemania. Al mismo tiempo, el consumo de drogas se está desplazando notablemente a países del Sur global, que deben hacer frente a este nuevo desafío.
La economía de las drogas impide el desarrollo
Los efectos negativas de la economía de las drogas son diversos. Especialmente en países en desarrollo, estos tienen consecuencias nefastas y perjudican el desarrollo y la funcionalidad de Estados y sociedades enteras. Los agricultores y agricultoras de pequeña escala en situación de pobreza y sin alternativas económicas legales, se ven obligados al cultivo ilícito de plantas destinadas a la producción de drogas. Las redes criminales y los actores del conflicto en guerras civiles se financian a través de su participación en el tráfico de drogas. Generalmente, la economía de las drogas suele ir de la mano con la corrupción y la violencia masiva, lo que destruye la legitimidad de las instituciones democráticas. A las personas con un consumo problemático de drogas a menudo se les niega el acceso a la asistencia sanitaria que necesitan con urgencia, lo que tiene consecuencias fatales para la persona y la salud pública. Además, con frecuencia se criminaliza tanto a productores y productoras de pequeña escala, así como a consumidores y consumidoras. Los Gobiernos solo se dirigen a estas personas con acciones policiales y militares, violando a menudo sus derechos humanos fundamentales. Ante la falta de acceso a la asistencia sanitaria por parte de los consumidores y consumidoras de drogas, se propagan enfermedades como el VIH y la hepatitis.
La economía de las drogas destruye el medio ambiente
En muchos países, el cultivo y la producción de drogas ilícitas están directamente vinculados a la deforestación, la degradación de suelos y la contaminación del agua. Asimismo, la aspersión poco sostenible de cultivos ilícitos con herbicidas causa enormes daños medioambientales.
Nuevas respuestas
En este contexto es evidente que es necesario formular nuevas respuestas y considerar enfoques de probada eficacia a nivel internacional para abordar la problemática mundial de las drogas. La política de drogas sin enfoques de desarrollo, medidas de salud pública y respeto a los derechos humanos no es sostenible y a menudo agrava aún más las repercusiones negativas de la economía de las drogas. Es ahí donde actúa el GPDPD, cuyo objetivo es diseñar una política de drogas sostenible a nivel internacional. En este sentido, el foco de atención se centra en las personas, el respeto de sus derechos fundamentales y la satisfacción de sus necesidades básicas, de modo que la política de drogas sostenible contribuya también al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (Sustainable Development Goals, SDGs).